jueves, 12 de mayo de 2011

El verdugo

"El verdugo"
-¡Mátala! - ordena la mujer. El verdugo levanta el brazo, se detiene un instante. Duda. Observa a la mujer, a sus ojos cargados de odio. Sabe que no tiene opción, que debe hacerlo para apagar la sed de muerte de la mujer que ama. Entonces, una vez más, cierra los ojos y destroza a su víctima que queda aplastada en el rincón. La mujer se retira victoriosa y le regala una sonrisa. El verdugo, de rodillas y con el zapato en la mano, balbucea una disculpa a la inerte araña.

Sandro Centurión